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Evolución de los Servicios de Ayuda a Domicilio

En los últimos 20 años el sector de servicios a personas mayores ha experimentado un gran cambio, pasando de ser un sector desatendido y en su mayoría voluntario, a un sector con una fuerte relevancia social. Esta relevancia ha permitido que el nivel de exigencia sea mayor, por tanto los servicios de atención domiciliaria son cada vez más eficaces, más eficientes y con una mayor implicación de los profesionales.

Definimos el Servicio de Ayuda a Domicilio (SAD) como un programa individual, de carácter preventivo y rehabilitador, del que forman parte un conjunto de servicios y técnicas de intervención profesional que consisten en atención personal, doméstica, de apoyo psicosocial y familiar, prestados en el domicilio de una persona con un determinado grado de dependencia funcional, que puede ser por motivos de salud o sociales.


No solo es un servicio que se plantea desde un enfoque centrado únicamente en la tarea a realizar, sino que está centrado en las necesidades de las personas y en los beneficios individualizados de un Plan de Atención Personalizado.


Nos encontramos ante un servicio muy diversificado, su organización es heterogénea, ya que se hace en función del tipo de paciente a atender. A la hora de elaborar un buen proyecto de SAD nos encontramos con la diversificación de las tareas para desarrollar, son tareas de atención personal, organización del hogar, limpieza de la casa, supervisión de la alimentación y de la medicación, acompañamiento y apoyo o incluso ayuda a ejercicios de rehabilitación.

Además de Ayuda a Domicilio, se puede atender en tareas de teleasistencia, comidas a domicilio, etc. Al igual que se puede intervenir en otras tareas psicosociales como fisioterapia a domicilio, enfermería, logopedia, estimulación cognitiva y terapia ocupacional, entre otros. El servicio de SAD, en todas sus acepciones, tiene un beneficio importante en la salud de la persona a atender porque ésta permanece dentro de su entorno cercano y real. La atención es más cercana al posibilitar mucho la interacción con el paciente.


Podemos orientar los objetivos generales del Servicio de Ayuda a Domicilio hacia un aumento de la autonomía de los usuarios a través del soporte en las actividades de la vida diaria (AVDs), estos objetivos son los siguientes:

  • Facilitar la autonomía de los usuarios.

  • Aumentar la seguridad personal.

  • Conseguir cambios conductuales para mejorar la calidad de vida.

  • Lograr la permanencia en el hogar en condiciones de dignidad.

  • Evitar la institucionalidad innecesaria.


Es necesario destacar la importancia de la profesionalización en el sector de los cuidados domiciliarios. La organización y la coordinación suele estar a cargo de trabajadores y trabajadoras sociales (en algunos casos, de un equipo multidisciplinar) y la prestación directa está a cargo de los auxiliares de atención domiciliaria.

Un aspecto importante de la atención domiciliaria es la valoración de las necesidades del usuario, para que el auxiliar pueda establecer una atención eficaz al tiempo que una labor preventiva y rehabilitadora, logrando así, la confortabilidad de la persona.


Originalmente se organizó este servicio con un carácter más preventivo, pensando en personas que, con alguna ayuda puntual, podrían permanecer en su propio domicilio de manera autónoma, ya que su situación de dependencia lo permitía, si no era suficientemente acusada como para necesitar apoyos continuados. En estos casos, con apenas un día o dos a la semana, una o dos horas cada uno de los días, era suficiente para conseguir este objetivo. Si además se ofrecían otros servicios complementarios, como comidas o lavanderías a domicilio o en el entorno, y se garantizaba su seguridad con teleasistencia, la solución era, y sigue siendo, perfecta tanto desde un punto de vista social (permite a la persona continuar viviendo de manera autónoma en su propio domicilio o en una vivienda tutelada) y con un coste menor que el que supondría atender a esa misma persona en un establecimiento residencial.


Ahora bien, estos planteamientos cambian cuando se trata de personas cuyo nivel de dependencia requiere una mayor intensidad de cuidados para su movilidad, ayuda para asearse o vestirse, para comer, hacer las compras, cocinar, limpiar el hogar, lavar y planchar su ropa… La realización de todas estas tareas requiere un apoyo diario yuna intensidad muy elevada que, en algunos casos, debería de ser permanente.


Para muchas personas que necesitan el servicio de ayuda a domicilio, su alcance resulta muy limitado si no se complementa con otros servicios. Particularmente para personas en situación de Gran Dependencia y Dependencia Severa, su permanencia en el domicilio requiere algo más que el apoyo de sus familias y unas horas del SAD.


Los servicios de teleasistencia, por ejemplo, son uno de los complementos necesarios en muchos de los casos. De la misma manera los servicios de prevención y promoción de la autonomía personal, deberían tambien desarrollarse con intensidad como complemento del SAD. Una alternativa no sólo personal y socialmente conveniente, sino incluso económicamente rentable, seria la incorporación de servicios atencionales de carácter preventivo y de promoción de la autonomía personal.


El Servicio de Ayuda a Domicilio puede ser también un complemento muy útil para personas con determinadas discapacidades o personas mayores, en Viviendas Tuteladas. Una complementariedad hasta ahora escasamente desarrollada pero que en un futuro podría ser un elemento muy útil en el desarrollo del Sistema de Servicios Sociales en general, y dentro de éste, del Sistema de Atención a la Dependencia, en la atención personas con dependencia moderada.


Un dato a tener en cuenta en lo referente al Servicio de Ayuda Domiciliaria son los Derechos de los usuarios. En primer lugar por sus propias características, ya que se trata de personas que, por su edad u otras circunstancias, ven limitadas sus capacidades para realizar actividades de la vida diaria, por lo que pueden resultar especialmente vulnerables. Pero también por el espacio en el que se desarrollar el servicio: el propio domicilio.


El domicilio como espacio de la vida personal, que en toda la legislación es objeto de una especial protección, ya que es allí donde se desarrolla la convivencia más intima.

Necesariamente el Servicio de Ayuda a Domicilio “invade” este espacio de intimidad de la persona, y realiza además tareas que tienen que ver con aspectos muy personales de la vida y la convivencia. De ahí la especial sensibilidad con la que estamos obligados a abordar todo lo relacionado con el respeto y protección a los derechos de los usuarios de este Servicio. Somos conscientes del carácter invasivo que supone. Coherentemente, reflexionando sobre los mecanismos que hemos de tener en cuenta para que ello no represente una vulneración de ninguno de los derechos que tienen las personas, el Servicio de Ayuda a Domicilio ha de velar con especial interés por la garantía de estos derechos.


En conclusión, el 83% de las personas mayores dependientes no recibe aún ninguna ayuda formal. Como miembros del sector sanitario tenemos la oportunidad de organizar, con eficacia y sentido ético estos servicios, favoreciendo una mayor cohesión social. Se impone un cambio terminológico que refleje el abanico completo de recursos y servicios que comprende la ayuda a domicilio, por esto hablamos de “Servicios de Ayuda a Domicilio”. Este cambio de denominación implicará simultáneamente una mayor flexibilidad en los propios servicios que se han de prestar; con el objetivo final de ofrecer respuestas eficaces a las nuevas necesidades que la dependencia plantea. La Coordinación sociosanitaria se revela como un auténtica garantía para la atención integrada e integral a las personas mayores. Los Servicios de Ayuda a Domicilio deben prestar simultáneamente ayuda a los familiares y cuidadores principales de las personas mayores como cuestión de estricta justicia social. El sistema de atención a la dependencia debe ser eficiente, sostenible y de calidad; dando prioridad a las unidades familiares y a las personas mayores dependientes más débiles.

Antonia Ordóñez

Equipo de psicología - Dependentia

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