Vínculo humano-animal: un lazo eterno.
Hoy en día la medicina veterinaria cuenta con medios técnicos para lograr mejores y más exactos diagnósticos. Con el avance médico, la calidad de vida así como el número de años, han aumentado. Esto trae consigo un mayor vínculo humano-animal con un beneficio para ambos. Los perros y los gatos, son más respetados, ocupan un lugar nunca visto en la historia de la humanidad, y por si fuera poco, son considerados un miembro más de la familia.
Al aumentar la longevidad, hay la posibilidad de que se presenten enfermedades para las que no estábamos preparados: el síndrome cognitivo, pérdida audiovisual, artritis degenerativa, enfermedades cardíacas y un largo etcétera que representa el nuevo reto para el médico y el propietario.
La perspectiva de los nuevos dueños ha ido cambiando en el sentido que ahora hay que prepararse para disfrutar las mieles y las hieles de la vejez animal. Por un lado deseamos con fervor tener una mascota que viviera no diez, ni doce, ni quince años, sino 18, 20 o más; por otro, debemos enfrentar esa senectud que se ha prolongado.
Sin duda alguna nos regocijamos con tener más tiempo entre nosotros a nuestros adorables amigos animales. El caminar con ellos nos mantiene sanos, nuestra tensión arterial baja, siempre hay alguien que nos escucha y es, nuestro compañero incondicional.
¿Qué podemos hacer por nuestro animal viejo?, ¿cómo podemos compensar el cariño y el tiempo que nos ha dedicado?, ¿cómo debemos actuar con él que hemos convivido, jugado y vivido cientos de anécdotas?: la respuesta es simple: tratarlos con respeto. Además de quererlo, esto nos dará la perspectiva de proveer los cuidados, la atención médica y llevar con paciencia los achaques propios de la edad.
Y cuando la irremediable línea mortal llegue, estar preparados para una despedida digna, humana y que impregne nuestra vida de bellos recuerdos.